Nueva Zelanda, un país lleno de paisajes impresionantes y exuberante belleza natural, es un destino que nunca decepciona a los amantes de la aventura y la exploración. Recientemente, tuve la oportunidad de visitar la playa de Bethells, ubicada en la costa oeste de la Isla Norte de Nueva Zelanda, junto a un grupo de amigos. Fue una experiencia inolvidable llena de emocionantes descubrimientos y momentos compartidos en medio de una de las playas más hermosas que he tenido el privilegio de conocer.
Explorando la belleza natural: Mi aventura en la playa de BethellsA
Nuestro viaje comenzó temprano en la mañana, cuando nos dirigimos desde Auckland hacia la costa oeste. Con nuestras mochilas llenas de provisiones y nuestras expectativas en su punto más alto, nos adentramos en un viaje lleno de promesas. La playa de Bethells, también conocida como Te Henga, es famosa por sus impresionantes dunas de arena, sus aguas cristalinas y sus majestuosos acantilados. Sabíamos que estábamos a punto de sumergirnos en un entorno natural único y sorprendente.
Al llegar a Bethells, nos encontramos con un panorama impresionante. La playa se extendía frente a nosotros, rodeada de altos acantilados y dominada por dunas de arena dorada. El rugido del océano Pacífico llenaba el aire, creando una atmósfera de serenidad y aventura al mismo tiempo. Sin perder tiempo, nos lanzamos a explorar y descubrir todo lo que esta playa tenía para ofrecer.
El primer lugar que exploramos fue la formación rocosa conocida como «Elephant Rock». Este icónico monolito se alzaba majestuosamente sobre la playa, y su forma parecía evocar la figura de un elefante en reposo. Pasamos un buen rato escalando sus contornos y capturando fotografías para inmortalizar ese momento. La vista desde la cima del Elephant Rock era simplemente espectacular, con el océano extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista.
Después de disfrutar de las vistas desde lo alto, nos aventuramos en una caminata por las dunas de arena. La sensación de hundir los pies en la arena suave y cálida era maravillosa, y nos sentimos como niños nuevamente, corriendo y saltando de una duna a otra. Las dunas de Bethells son uno de los tesoros ocultos de la playa, y nos sorprendió la diversidad de formas y tamaños que encontramos a medida que avanzábamos. En la cima de algunas dunas, incluso nos atrevimos a deslizarnos en tablas de surf improvisadas, disfrutando de la adrenalina de deslizarnos por la pendiente hacia abajo.
Explore la playa de Bethells
Después de nuestra divertida aventura en las dunas, decidimos relajarnos y disfrutar de un merecido descanso en la playa. Extendimos nuestras toallas en la arena y nos sumergimos en las aguas refrescantes del océano. La claridad del agua era asombrosa, y pudimos ver claramente los patrones de las olas y los reflejos del sol brillando sobre la superficie. Nadar en el océano Pacífico fue una experiencia revitalizante y rejuvenecedora. Nos dejamos llevar por las suaves olas, riendo y disfrutando del momento presente.
Mientras descansábamos en la playa, decidimos explorar un poco más allá de la orilla. Siguiendo un sendero bien marcado, nos adentramos en un fascinante bosque de matorrales nativos. Los árboles nativos de Nueva Zelanda, como los kauris y los pohutukawas, se alzaban majestuosos en medio de una densa vegetación. El aire estaba lleno de fragancias frescas y la melodía de los pájaros locales que cantaban en lo alto de las copas de los árboles. Nos sentimos completamente inmersos en la belleza de la naturaleza.
A medida que avanzábamos por el sendero, descubrimos una joya escondida: un pequeño lago llamado Lake Wainamu. El lago era alimentado por un arroyo de agua dulce y estaba rodeado de altas dunas de arena. Decidimos explorarlo y nos sorprendió gratamente encontrar una cuerda colgando de un árbol cercano. Intrigados, nos aventuramos a subir por la cuerda y nos dimos cuenta de que era una forma emocionante de lanzarnos al lago desde lo alto de las dunas. Uno por uno, nos balanceamos y soltamos la cuerda, cayendo en un chapuzón refrescante en el lago. La sensación de la caída libre y el agua fresca nos llenó de adrenalina y risas.
Después de nuestra emocionante experiencia en el lago, decidimos hacer una caminata hacia los acantilados de Bethells para disfrutar de las vistas panorámicas. El sendero ascendente fue desafiante pero gratificante. A medida que subíamos, pudimos apreciar aún más la grandeza y la vastedad de la playa de Bethells. Desde la cima de los acantilados, el horizonte se extendía hasta donde alcanzaba la vista, con el océano ondulante y las olas rompiendo con fuerza en la costa. Nos sentamos en silencio, maravillados por la magnificencia de la naturaleza y agradecidos por poder presenciar ese espectáculo.
El día llegó a su fin y, con el sol poniéndose en el horizonte, nos dirigimos de regreso a Auckland. Mientras conducíamos de regreso a casa, reflexioné sobre nuestra aventura en la playa de Bethells. Fue un día lleno de exploración, risas y momentos compartidos con amigos. La belleza natural de Nueva Zelanda realmente nos había cautivado y dejado una huella profunda en nuestros corazones.
Si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Nueva Zelanda, no dudes en explorar la playa de Bethells. Desde sus dunas de arena hasta sus acantilados escarpados y sus aguas cristalinas, ofrece una experiencia única en medio de la naturaleza virgen. Ya sea que estés buscando emociones y aventuras o simplemente quieras relajarte y disfrutar de la serenidad de la playa, Bethells tiene algo para todos.
Si quieres ver mi experiencia completa en imágenes aquí tenéis mi galería de imágenes de Bethells.
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